lunes, 4 de mayo de 2009

El ser Omega.(alonso abugatas)

-¡Aaaabran paso!
Iba viniendo por las escaleras mi compañero Chan, con otra víctima. Soy de tez trigueña, ojos negros, nariz y boca pequeñas. 2 cicatrices rodean mis ojos. Tengo pelo oscuro. Toda mi vida he llevado un chaleco color negro, pantalones rotos y botas negras. Ese no es el punto, la situación es que no se quién soy. Solo se que los demás me llaman John.
Chan fue donde Albert, el médico, para salvar a la criatura, pero era tarde. Chan coge su escopeta y vuela de un tiro a la víctima. El, con una expresión de disgusto en su cara, se acerca hacia mí:
- Otra muerte y sin cura.- Dijo Chan.
-Lo que tu digas… ¿Vas a ir donde Joanna?
-Hemos ido y ella no tiene…
-¡CHICOS!
Ahí iba viniendo Joanna, corriendo como si el diablo la quisiera atrapar.
-¿Qué pasa? Pregunto Chan.
-¡Tienen que ver esto!
Subimos deprisa hacia la sala de computación.
-El satélite ha descubierto una forma de vida humana localizada en una isla cercana a San Francisco. Este es un científico que dice tener la cura. Su estado de salud es como la de un humano.
-¿Deberíamos ir a averiguar? Pregunta Chan.
-¡Por supuesto que sí! ¡No digas tonterías! Dijo Joanna.
-Tenemos suficiente armamento.- Dije.
-Entonces, en la madrugada partimos. Espero que Bill no se haya olvidado de pilotear aviones.- Dijo Chan con entusiasmo.

Estábamos en camino hacia el aeropuerto a eso de las 3 a.m. Los 285 sobrevivientes en 57 autos. En la mitad del camino, una horda de infectados empezaron a atacar, por suerte salimos ilesos. Al llegar al aeropuerto, trancamos las puertas:
-¡Chan, Joanna, John, ayuden a los demás con la horda! ¡Yo llenare el tanque! Dijo Bill.
Al instante, empezamos a disparar hacia los infectados desde la azotea. De repente, sentí un agudo dolor de cabeza. Todo se torno oscuro…
-¡Te lo dije Harris! ¡Si pude hacerlo!
Veía a dos científicos mirándome: uno poco convencido, y otro con alegría.
-¡El primer cyborg en la Tierra!
-Aguarda, Crowler ¿Cómo si tiene alguna utilidad?
-¡Tiene la inteligencia humana! De todos modos lo pondré a trabajar en una farmacia.
-¿Tiene nombre?
-Si. El nombre del hijo que siempre quise tener: John…John... ¡JOHN!
Albert estaba sacudiéndome la cabeza:-Por poco te nos vas.
Estaba sentado en el avión, habían menos personas, aunque Chan y Joanna estaban en otros asientos. Nunca pensé que habrían muerto tantos.
-Estamos por aterrizar.- Llamaba Bill por el altavoz.
¿Habrá sido verdad ese sueño? ¿Seré un cyborg?
De pronto el avión empezó a moverse bruscamente, descendemos muy rápido.
-¡NOS CAEMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS!...
-¡Detente!
-Tú no comprendes, Harris.
-Hay un error ¡podrías acabar con la humanidad!
-Este simbiote puede hacer que el cuerpo humano se perfeccione en su máximo esplendor.
A continuación, Crowler presiona un botón y una gran explosión se crea.
-¡Noooo! ¡Crowler!...Crowler… ¡Despierta!
Desperté en una isla. Todos estaban muertos, todos excepto Chan y Joanna. Este es el lugar. A continuación, empezamos a cojear. Miles de infectados nos rodearon. Era nuestra perdición. De pronto, sentí que alguien me jaló. Ví a un hombre conduciendo un auto, salvándonos:
-No se preocupen, estarán bien.

Entramos en una especie de cuartel con barricada. Bajamos del auto, y fuimos apresuradamente a un puesto:
-Ustedes, tomen toda la munición que puedan. Dijo el científico.-Tú, acompáñame.
Fui a un cuarto donde el científico me dio una llave:
-Escúchame, yo sé quién eres. Soy el compañero de tu creador, George Harris.
-Entonces, es cierto…
-¡Escucha! Esta llave abre el cuarto donde está la cura. Ahí vas a ver un puesto de control, y ahí vas a ver un mensaje que solo tú puedes descifrar.
Salí del puesto junto con Chan y Joanna hacia el cuarto de la cura. Los infectados habían destruido las barricadas. Uno de ellos me arrancó el brazo derecho, evidenciando lo de mis sueños. Chan y Joanna estaban asombrados. Seguimos corriendo hasta llegar al cuarto de la cura, pero Joanna y Chan habían sido infectados.
-¡Maldita sea!
-No te preocupes por nosotros, John. Dijeron Joanna y Chan. Fue un gusto haberte conocido.
Entré al cuarto, dando una última mirada a mis dos mejores amigos. Había una inmensa capsula redonda. Fui donde el puesto. Leí el mensaje. Un sentimiento de odio me llenó… ¿Cómo era posible?... ¿No habría otra manera? Pero era tarde. Los infectados habían cruzado la puerta. Activé la cura. Un destello blanco cegó mis ojos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario